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La división de la izquierda entrega el CGPJ a la derecha

Las maniobras de choque y bloqueo permiten a la derecha recuperar el control del Poder Judicial
Ignacio Escolar

Ignacio Escolar

Periodista. Director de elDiario.es.

El sol sale por el este, cuatro más dos son seis, la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado y la izquierda se divide. Siempre. Sin excepción. 

Es casi una ley universal. Una especie de maldición que afecta a todos los ámbitos de la vida pública. Especialmente al poderoso Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Cambian los tiempos, cambian los protagonistas, pero no cambia esta nefasta tradición. La historia de casi todos los CGPJ siempre es igual: con los vocales progresistas enfrentados y la derecha aprovechándose de esa división. 

Esta semana, en el pleno del Consejo, la implacable ley de la división de la izquierda ha vuelto a cumplirse. Tocaba votar algo importante: la composición de las distintas comisiones de trabajo del CGPJ, empezando por la más poderosa: la Comisión Permanente.

El resultado ha sido catastrófico para los progresistas: la derecha ha logrado su plan de máximos, gracias al voto de sus diez vocales, la presidenta del CGPJ y uno de los vocales nombrados por Sumar. Hay, de facto, una nueva mayoría, que ha aplicado el rodillo sin compasión frente a los otros nueve vocales progresistas. Esto ha provocado un duro comunicado del bloque progresista e incluso la posible dimisión de uno de ellos. Es una enorme derrota para la izquierda. Pero esto viene de lejos y solo acaba de empezar.

La persona clave en esta historia, el vocal que va por libre y que ha votado este acuerdo con los conservadores, se llama Carlos Hugo Preciado (Tarragona, 1969). Es un magistrado muy distinto al perfil habitual. Empezó a trabajar muy joven, como ordenanza, nada más terminar COU. Se sacó la carrera de Derecho a distancia por la UNED. Fue abogado laboralista, para la CGT. Y mientras seguía trabajando, a los 39 años, aprobó la oposición por el turno libre. Es miembro de Juezas y Jueces para la Democracia y fue el candidato al CGPJ con más apoyos en esta asociación. 

Preciado fue nombrado para el Consejo a propuesta de Sumar. Pero la hegemonía que hoy vuelve a tener la derecha en el CGPJ no se explica sin su intervención y su peculiar personalidad. Empezando por el nombramiento de la actual presidenta del Poder Judicial, Isabel Perelló.

En 2024, tras un lustro de bloqueos, el PP por fin se animó a cumplir la Constitución y permitir la renovación del CGPJ: un órgano importantísimo porque decide los nombramientos judiciales más relevantes, empezando por los del Tribunal Supremo.

El reparto que se pactó fue el siguiente: diez vocales conservadores y otros diez progresistas. Iba a ser también la primera vez en que los partidos no decidirían previamente quién presidiría ese consejo: lo harían de verdad los vocales, como dice la ley. Pero el pacto firmado sí incluía una cláusula secreta: que la nueva presidenta fuera una mujer, magistrada del Tribunal Supremo y progresista. 

Los diez vocales conservadores fueron elegidos, todos ellos, por el PP. Mientras que los diez progresistas se repartieron: ocho para el PSOE y dos para Sumar. Y cuando estos vocales empezaron a negociar quién iba a ser esa mujer progresista que presidiría por primera vez el Poder Judicial, empezaron los problemas.

Los progresistas proponían a dos juezas del Supremo: Pilar Teso y Ana Ferrer. Los conservadores se negaban a ambas y bloquearon durante dos meses el nombramiento. Fue ahí cuando Carlos Hugo Preciado maniobró por primera vez y negoció por su cuenta un nuevo nombre: el de Isabel Perelló. 

En aquel primer momento, Carlos Hugo Preciado aún contaba con la confianza de la otra vocal de Sumar, Inés Herreros. Preciado pactó con el líder de facto del sector conservador, José Antonio Montero, a espaldas del resto de su grupo. Y a Montero el nombre propuesto le encantó: es amigo y compañero de Perelló en la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo. La conocía muy bien.

Para el resto de los progresistas, el acuerdo entre Preciado y los conservadores supuso un jaque mate. Entre los diez conservadores más los dos de Sumar, ya alcanzaban los votos suficientes: una mayoría de tres quintos. Conscientes de su derrota, el resto de los progresistas decidieron apostar por el consenso, vender ese nombramiento como si fuera su triunfo y respaldar públicamente a Perelló, que finalmente salió nombrada con una mayoría algo más amplia. Muchos de ellos se arrepienten hoy.

El nombramiento de Perelló fue la primera gran victoria de los conservadores. Entre todas las posibles, eligieron a la magistrada progresista que más les gustaba. La que pensaban que mejor podrían controlar. 

Isabel Perelló formó parte de Juezas y Jueces para la Democracia (JJpD) –se dio de baja al ser nombrada presidenta– pero allí no tiene ni grandes apoyos ni muchos partidarios. De personalidad tímida y reservada, no aparecía en ninguna de las ternas posibles porque nunca ha sido una líder ni ha tenido un papel relevante en esa asociación. No se le da demasiado bien hablar en público. No ha dado entrevistas. Para los asociados a JJpD, su ascenso a la presidencia del Poder Judicial fue una gran sorpresa.

Su gran valedora y amiga siempre fue Margarita Robles, hoy ministra de Defensa. Perelló llegó al Supremo en 2009, en los años en los que Robles lideraba el bloque progresista del Poder Judicial. Su apoyo fue clave en ese primer ascenso al Supremo. Y en la carrera judicial, muchos consideran que su nombramiento al frente del CGPJ fue también una victoria de Margarita Robles frente al ministro de Justicia, Félix Bolaños –con quien tiene una pésima relación–. 

Carlos Hugo Preciado, desde el primer momento, se convirtió en el interlocutor preferido de Perelló, con el que hoy tiene una gran afinidad. Y la nueva presidenta empezó a apoyarse cada vez más en este vocal propuesto por Sumar y en su amigo del Supremo, el conservador José Antonio Montero. 

El resultado de este primer año del nuevo CGPJ no ha sido nada bueno para los progresistas. El sector conservador se ha llevado los dos nombramientos más importantes del año: las presidencias en el Supremo de la Sala de lo Contencioso-Administrativo y de la Sala de lo Penal para Pablo Lucas y Martínez Arrieta, en detrimento de Ana Ferrer y Pilar Teso.

Pese a la ley de Paridad –que está muy lejos de cumplirse en el Tribunal Supremo– los conservadores lograron imponer a dos hombres. Y estas dos preparadísimas juristas, hartas de los bloqueos contra ellas, decidieron renunciar. En parte, al ver que Perelló se ponía de perfil con sus candidaturas. 

Tampoco ha ido mucho mejor con los demás nombramientos, que se deciden por consenso porque hace falta una mayoría de tres quintos. El dominio de la Asociación Profesional de la Magistratura es abrumador. Esta asociación conservadora, ella solita, se ha llevado el 39% de todos los nombramientos del Consejo, muy por delante de las demás. Es cierto que este predominio de la derecha también se explica por su presencia apabullante en la carrera judicial: hay muchos puestos donde, sencillamente, todos los candidatos son conservadores. Pero con el nuevo consejo, y con la apuesta de los progresistas por el consenso, a la derecha judicial le está yendo francamente bien. 

Para explicar estos malos resultados, Carlos Hugo Preciado acusa a los otros nueve vocales progresistas de haber negociado fatal. Es posible que así sea, pero resulta más difícil cuando la presidenta no apoya y el bloque no es sólido porque hay un vocal que va por libre.

Antes de la renovación del consejo, hubo muchas voces en la carrera judicial que advirtieron a PSOE y a Sumar del riesgo que suponía la personalidad de Carlos Hugo Preciado para la unidad del bloque progresista. Unos augurios que se han cumplido.  

Era algo que ya conocían en Juezas y Jueces para la Democracia, donde muchos recuerdan su etapa en la dirección de esta asociación: cuando no estaba de acuerdo con la decisión colegiada, solía mandar una nota por su cuenta: una especie de “voto particular”. 

Esa misma estrategia la ha reproducido en el CGPJ. Tras cada pleno, tras cada polémica, suele enviar su propio comunicado de prensa, donde se presenta a sí mismo como “vocal progresista independiente”, al tiempo que descalifica al resto de los vocales de izquierdas como “próximos al Ministerio de Justicia”. 

En la práctica, los bloques en el CGPJ son ya tres: diez conservadores, nueve progresistas y un “vocal progresista independiente”, Carlos Hugo Preciado. 

En cuanto a la presidenta, Isabel Perelló, está hoy bastante más alineada con Preciado que con el bloque progresista. Y no solo por lo que denuncian los nueve vocales en minoría. La prueba más evidente llegó este mismo jueves, con el reparto de comisiones: Perelló votó con Preciado y el bloque conservador, a pesar de que habría bastado con su abstención.

Críticas de su propia asociación

Este viernes, en el congreso que organizó en Ávila Juezas y Jueces para la Democracia, varios de sus compañeros pidieron públicamente explicaciones a Carlos Hugo Preciado por su “deslealtad”. Algunas voces incluso exigieron su dimisión, a lo que Preciado se negó. Su respuesta ante ellos fue que él responde al programa por el que fue elegido y no al interés del PSOE. Incluso comparó su situación con la de Julio Anguita, al relacionar estas críticas de “los socialistas” con “la pinza”. Es una explicación que cuadra mal con el hecho de que hay otra vocal nombrada por Sumar que no ha roto con los demás. 

Esa otra vocal propuesta por Sumar, la fiscal Inés Herreros, pronto se distanció del individualismo de Carlos Hugo Preciado y se ha integrado con los demás vocales progresistas como una más. 

En un primer momento, Preciado intentó ganársela para su proyecto. El sector conservador también la rondó y probablemente le iría mejor en la vida si hubiera aceptado las ofertas que recibió. Con su apoyo, la derecha ya no necesitaría al resto del bloque progresista para alcanzar la mayoría de tres quintos en los nombramientos. Pero Herreros dijo que no y ahora es ella una de las más perjudicadas por las maniobras del “vocal independiente”, con el que ya apenas se habla. 

En la primera propuesta que quería sacar adelante Carlos Hugo Preciado con los votos de la derecha, Inés Herreros no figuraba en ninguna de las comisiones. Ni una sola. Algo que es simplemente ilegal y que tuvieron que corregir en el pleno justo antes de la votación para darle, de forma improvisada, un puesto en la Comisión de Escuela Judicial.

Sumar no ha querido distanciarse de este pacto de su vocal con la derecha. Más bien al contrario: el diputado de Sumar Enrique Santiago –responsable de los temas de Justicia de la coalición– le ha respaldado públicamente esta semana con varios mensajes en redes sociales.

Enrique Santiago vende como una “buena noticia” que los progresistas tengan “ocho presidencias” de quince comisiones y grupos de trabajo. Pero oculta la clave de los nuevos nombramientos: que la derecha y Preciado tendrán la mayoría en nueve de las once comisiones y que el más beneficiado por este acuerdo es, precisamente, el vocal que ha roto con los demás. De las once, siete son de mayoría de de derecha, otras dos dependerán de lo que hagan Preciado y la derecha y los nueve progresistas solo tendrán la mayoría en dos.

En la Comisión Permanente –la más poderosa e importante de todas–, el bloque progresista ha quedado barrido. Solo tendrá dos vocales de ocho votos. Uno es siempre para la presidenta, Isabel Perelló, que tiene voto de calidad en caso de empate. Otros cuatro se los ha quedado el sector conservador. Y el último es para el muñidor de este acuerdo: el “vocal independiente progresista”, Carlos Hugo Preciado. Que así se garantiza la capacidad de desempatar cualquier votación en la Permanente, entre uno y otro sector. 

Además, Preciado también se ha llevado la presidencia de un nuevo grupo de trabajo de Derechos Humanos… donde los vocales conservadores también tendrán la mayoría. Y también es vocal en otras tres comisiones más. 

El resultado final es catastrófico. En estas comisiones se toman decisiones importantes –como las sanciones disciplinarias o las políticas de la Escuela Judicial– donde basta con la mayoría simple. “Preciado así consigue su espacio de poder, superior al que tendría dentro del bloque progresista. Y la derecha ha vuelto a amarrar el CGPJ”, resume uno de los muchos magistrados que están decepcionados con lo ocurrido. 

Fuentes de Sumar argumentan que esta votación es el resultado del intento de los vocales progresistas para desplazar a Carlos Hugo Preciado. “Le quisieron quitar de la Comisión Permanente de forma injusta, este enfrentamiento es responsabilidad del PSOE, que aquí tampoco entiende que no tienen la mayoría y gobernamos en coalición”. “Esto servirá para revertir la mayoría conservadora que hasta ahora han provocado los acuerdos propuestos por el PP y el PSOE”, aseguran también desde Sumar. 

En asuntos importantes, en esa misma Comisión Permanente, es cierto que Preciado vota desde una sensibilidad de izquierda, que sin duda tiene. También lo ha hecho la presidenta Perelló en algunos temas. Por ejemplo, cuando abrió expediente al juez que acusó de golpista al presidente Pedro Sánchez, o al juez que criticó a la exministra Irene Montero por haber trabajado “de cajera en el Mercadona”.

En otras cuestiones, prima otro eje que no es exactamente ideológico. “Carlos Hugo Preciado es muy corporativista”, critica un vocal. “Es algo en lo que también coincide con Isabel Perelló y con el bloque conservador”. Y uno de los asuntos más espinosos en este nuevo consejo tiene que ver con el enorme retraso de algunos juzgados, que no siempre es culpa de la falta de medios sino de un trabajo deficiente. O con el tema de los preparadores de oposiciones. O con la reforma en el acceso a la carrera judicial.

No está claro cómo evolucionará esta situación. Por ahora, esa ruptura del bloque progresista no afecta directamente a los nombramientos importantes, donde es necesaria una mayoría de tres quintos que la derecha aún no tiene. Pero la herida abierta en el Consejo es muy profunda. Y siempre puede ir a peor.

Lo ocurrido es también una lección terrible. Una que ya conocían los vocales que, en otros momentos de la historia, estuvieron en ese mismo consejo. El PP no necesita volver a bloquear el Poder Judicial: le basta con esperar a que la izquierda se devore a sí misma.

Publicado por elDiario.es

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